lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo Treinta y Cuatro: Creo Que Estoy Paranoica.


“Puedes ver, pero no puedes tocar
Creo que no me gustas mucho
El cielo sabe lo que una chica puede hacer
El cielo sabe lo que tienes que probar.
Creo que estoy paranoica,
Y complicada,
Creo que estoy paranoica,
Manipúlalo.”
-I Think I’m Paranoid, Garbage.

-Creo que esta es la idea más estúpida que has tenido, Bram.
Bram suspiró, lanzándole una cansada mirada desde donde estaba sentado en una silla ridículamente pequeña para él, convertido en un desorden de piernas y brazos contorsionados.
-¿Porqué no simplemente la aceptas como los demás?
Zoe enarcó una ceja.
-¿Desde cuándo soy como los demás?-preguntó, todavía en su desafiante posición al lado de la ventana, posición que hubiera sido más desafiante si no hubiera una enorme planta a su lado, restándole dramatismo.
Presionó los labios con indignación, emitiendo un bajo gruñido. ¿Quién se creía Bram que era?
-Escucha, Zoe, el Programa de Inserción es algo que nos beneficia a todos-
-“Escucha, Zoe, el Programa de Reinserción es algo que nos beneficia a todos”-lo arremedó ella, gesticulando exasperadamente con los brazos.-, ¿te estás escuchando? ¡¿De dónde sacas que necesito terapia?!
Ahora era el turno de Bram para enarcar una ceja.
-Noqueaste a un hombre que sólo quería tomar un poco de salsa.
Zoe no dijo nada.
-Sacaste un cuchillo de Dios sabe dónde y se lo colocaste en la garganta.
Nada. De. Nada.
-Mientras lo aplastabas contra el suelo con tu bota.
-…-
-Y, por supuesto, todo tu grupo se volvía contra él sosteniendo armas de diversa peligrosidad que por supuesto no tienen permiso de portar.
-… Vale, lo admito. Quizá exageramos.
-¡¿QUIZÁ?!-la voz de Bram se alzó sobre ella como un millón de dagas, haciendo que Zoe se encogiera con una mueca en el rostro y un nudo en el estómago.-¡¿Tú crees?! ¡Ni siquiera la policía lleva armas de fuego a restaurantes! ¡Los únicos cuchillos con filo son los de los cocineros! ¡¿Y decides atacar a un hombre QUE SÓLO QUERÍA SALSA?!
-¡¿Me tomó del hombro, okay?! ¡¿Acaso tienes idea de lo que significa eso para mí?! He escapado de DOS MALDITOS IMPERIOS, Bram, sido torturada por cada uno de ellos, ¡Y TU ESPERAS QUE NO ESTÉ PARANOICA! ¡Parece que ni siquiera recuerdas lo que era!
Las manos de Zoe temblaban, su cuerpo aumentando la temperatura al mismo tiempo que su indignación. Bram alzó ambas manos, palmas arriba como una bandera blanca.
-Lo recuerdo, sé cómo era. ¿Porqué crees que te he traído aquí?-sus brazos abarcaron el corredor vacío, desde el mostrador hasta las sillas demasiado pequeñas y las plantas ridículamente enormes; y Zoe gruñó.
-¿Y tú crees que hablarle de mis problemas a una desconocida me va a ayudar?-exigió, pasando un par de frustradas manos por su limpio cabello.
Limpio de verdad, por una vez, no sólo enjuagado rápidamente por un chorro de Chainne. Oh la maravilla.
-No es “hablarle a una desconocida”, no, esto no es terapia. Ni siquiera me has dejado explicarte los detalles.
-Muy bien.-concedió ella.-Te escucho.
-Desde que los primeros fugitivos llegaron, el Gobierno empezó a trabajar para comprender qué había sucedido con el resto del mundo.-dijo él, contorsionándose una vez más en su silla.-Encontraron partes de Suramérica, el resto de Norteamérica; lugares que en su mayoría no tuvieron un sistema de organización tiránico como el nuestro. Fue así como vinieron cada vez más inmigrantes, creando así el Programa de Inserción, que es justamente eso: una ayuda para que el extranjero, quien muchas veces ha soportado circunstancias adversas, se incorpore a la sociedad mexicana.
-¿Y cómo exactamente nos incorporaremos a la sociedad mexicana?
-Bueno.-Bram señaló con la quijada a la puerta de la oficina, de la cual Chainne salía, una mujer de rizado cabello negro parada junto a ella y mirando expectante hacia donde la única sin pasar del grupo estaba parada.-Eso lo descubrirás ahora mismo.
-¿Zoe Brook?-inquirió la mujer.
La susodicha le dedicó a su hermano una larga mirada y finalmente se dio la vuelta, gruñendo, caminando hacia la oficina con largas zancadas.

-Bien, terminemos con esto. Me rindo. Sólo por esta vez.