miércoles, 11 de noviembre de 2015

Caótica Sinfonía, Capítulo Treinta y Seis: El Mañana.


“Diez años pasaron esta noche,
Huirás,
Si lo haces
Seré alguien
Para encontrarte
Vi ese día
Perdí la cabeza
Señor, estoy bien
Tal vez en un tiempo
Querrás ser mío.”
-El Mañana, Gorillaz.

Él no es lo que era. Está sentado. Inmóvil.
Stan lo miró, impasible, y no supo reconocerlo. La sala es ridícula. Él no ve al que tiene sentado enfrente, al hombre fornido e imponente que alguna vez fue un niño delgaducho que lo seguía a todas partes. No ve nada.
Los ojos de Chas estaban quebrados, irrevocablemente quebrados. Stan no tenía esperanzas al mirar a su hermano. Las enfermedades mentales eran como demonios, y ya no eran curables. No supo decir porqué la había escuchado al venir allí.
Háblale, la podía escuchar decir, Háblale y mira si te escucha.
La boca de Stan se abrió, pero de ella no salió nada.
Podía ver los cambios. Él sigue siendo fornido, sigue siendo alto, sigue siendo más bajo que él.
-Ch… Chas. Hola.
No recibe respuesta.
¿Porqué siquiera la espera?
-¿Me recuerdas?
-Stan. Soy Stan.
-Me decías Tannie.
-Siempre me pareció ridículo.
-Y…
No la menciones, le habían dicho. Stan se calló.
-… Y, parece que te he seguido incluso aquí.
-¿Recuerdas cómo solía seguirte a todos lados?
-A veces incluso te seguía al baño.
-No vi nada, lo juro.
-Sólo quería molestarte.
-¿Puedo molestarte?
-…
-Veo que no.
-Ya no funciona.
-¿Qué te pasó?
-Vamos, responde.
-Responde, pedazo de margarina.
-¿Recuerdas cómo solíamos insultarnos?
-Probablemente no.
-Probablemente me has olvidado.
-¿La has olvidado a ella?
Un manotazo. Un rayo de furia le atravesó el rostro.
-Debería dejar de molestarte.
-Dicen que no tienes remedio.
-Dicen que ya nadie tiene remedio.
-Pero tus hijos están aquí, ¿sabes?
-No lo sabes.
-Pensé que al menos sabías de Bram.
Ni siquiera obtiene una negativa. Su hermano era una roca.
Stan suspiró.
-¿Debería traerlos, o deberíamos todos dejarte de una vez en paz?
-Tal vez quieres esto.
-Pero yo no.
-¿Acaso importa?
-O te mueres de la culpa.
-Hijo, no sabes nada de culpa.
-¿Acabo de llamarte hijo?
-Eres mi hermano.
-O se supone que lo eras.
Tiempo. La puerta se cerró. Chas alzó la vista perezosamente, apenas un segundo.
Pero parece que vio.

Stan cerró la puerta.
-No sirvió de nada.
Camina sin dirigirle una mirada. Silah se levanta, silenciosa, y lo sigue.
-¿Eso crees?
Él lo mira, duro como la roca en que su hermano se convirtió.
-Eso sé.
Silah mira atrás. A través de la ventanilla, Chas Brook es sólo una figura.

Pero esa figura mira.

Caótica Sinfonía, Quinto Movimiento: En Ambos Mundos.


“Y todo lo que podía escuchar el trueno y ver el rayo golpear
Alrededor el mundo se estaba despertando, nunca podría yo volver
Porque todas las paredes de los sueños, fueron rotas bien abiertas
Y finalmente parecía que el hechizo había roto.”
-Blinding, Florence and The Machine.

La Muralla se estaba estirando.
Miles de millones de whitelanders podían atestiguarlo. Formaban una cadena de figuras fantasmales apostadas afuera de sus casas, los niños sosteniendo peluches ilegales que sus padres ocultaban, los adultos mirando con expresiones indescifrables el movimiento que había sacudido el mundo entero.
Sorpresa, asombro, más de un poco de horror. La tierra se seguía sacudiendo, y la gran Muralla blanca se estiraba como un gusano maligno alrededor de ella. Las casas se sacudían y las cosas se caían, pero nadie les prestaba atención.
Las Tierras Negras se estaban moviendo.
A lo lejos, desde la parte sur de las Tierras Blancas, un gusano hecho de un gelatinoso líquido negro se acercaba a ellos.
¿Qué estaba pasando?
De la nada podían ver demasiado. Había desiertos, había ruinas de ciudades antiguas, todo destruido.
Las Murallas se estaban uniendo.
Observaron con horror cómo el gusano negro se acercaba hacia ellos. Y entonces, la voz de Mallock. Y entonces, la voz de Fersmoth. Juntos.
Habían decidido unir sus imperios.
En medio de la oscuridad más absoluta, Fersmoth y Mallock anunciaron lo mismo a los suyos.

En la sala de Gobierno de las Tierras de las Sombras, llegó un fax. Parecía mundano, incluso ridículo, que la centenaria máquina de fax hubiera funcionado. Era una reliquia innecesaria, y cuando la secretaria de la Presidenta Aguirre se levantó a revisarlo, no se esperaba lo que encontró.
Un papel, escrito en español, de lo más normal del mundo. Lo que no era normal era el escudo.
Una declaración de guerra.

Caótica Sinfonía, Capítulo Treinta y Cinco: La Luchadora.


“No necesito que me liberes,
No necesito que me ayudes
No te necesito
Para guiarme hacia la luz
Porque siempre caeré
Y me alzaré de nuevo
Tu heroína venenosa
Porque soy una superviviente
Sí, soy una luchadora.”
-The Fighter, In This Moment.

Una sala de techo cóncavo, con largas y delgadas líneas que lo atravesaban dejando caminos de pálida luz; y nada excepto el montón de papeles que Andrade le había entregado.
Zoe echó un vistazo al croquis y uno al enorme mapa del planeta que tenía enfrente.
“¿Quién eres?”, demandaba saber, en tantos idiomas y textos que Zoe se perdía aún más.
Entrecerró los ojos, intentando encontrar el punto del mapa escrito en whitelander. Habría pasado de largo de esta sección en favor de preguntas más importantes, pero algo la había detenido. No la necesidad de saber dónde se encontraba en el mundo, sino el simple hecho de que podía tener esa información.
En tu cara, Mallock.
Finalmente, ahí estaba:
ANTES: RUSIA, SUECIA, FINLANDIA, ESTONIA.
AHORA: LAS TIERRAS BLANCAS.
GOBERNANTE: MALLOCK. ORIGEN DESCONOCIDO.
NECESIDAD: URGENTE
Pues claro que tenemos necesidad, Zoe pensó, leyendo pequeños trozos de inútil información hasta que encontró el siguiente punto: ¡Adquiere un libro sobre tu lugar de origen antes del Apocalipsis!
El programa estaba resultando un tanto estúpido.
La chica avanzó en un mar de gente que se veía tan perdida y fuera de lugar como ella. Gente de ojos rasgados, todas las sombras en el espectro de colores disponibles a la piel humana, gente chaparra, gente alta, pelirrojos, más gente como Silah, y aquí y allá: personas con uniformes negros o blancos a los cuales Zoe no estaba segura de reconocer.
Tomó un libro sobre cada región del mundo sin dar las gracias y se dirigió como hipnotizada hacia la siguiente apremiante pregunta, resaltada en neón:
¿QUÉ PASÓ?
EL APOCALIPSIS
¿QUÉ ES EL APOCALIPSIS?
EL MOMENTO EN EL QUE EL VIEJO MUNDO FUE DESTRUIDO Y REINICIADO
COSAS QUE DEBES SABER:
1.    NO ESTAMOS SOLOS.
2.    HAY OTROS MUNDOS.
3.    EL NUESTRO FUE LIBERADO, Y LOS QUE QUEDAMOS AQUÍ SOMOS LOS DESCENDIENTES DE AQUELLOS QUE NO FUERON SELECCIONADOS NI PARA EL CIELO NI PARA EL INFIERNO.
-Fuerte, ¿no?
Zoe no se había dado cuenta que miraba al cartel con la boca abierta y sin parpadear hasta que la voz del chico la sacó de su sorpresa.
-Así que… ¿descendientes de renegados?
-Apropiado.
-Ridículamente apropiado. Todo esto es estúpido. ¿Estoy aquí porque algún desgraciado en mi familia no supo elegir lado?
Zhack se encogió de hombros.
-Puede ser. Por mi parte, creo que es justo.
Ella lo miró con indignación.
-¿Crees que las Tierras son justas?
Él se encogió de hombros.
-Algo hicieron nuestros antepasados-¡au!-se quejó, sobándose el brazo que la chica había golpeado.
-Eso es por idiota.
-Bien dicho.-dijo Chainne.-No sé a ustedes, pero yo… no tengo idea de qué pensar de esto.
Zoe miró al letrero una vez más.
NI PARA EL CIELO NI PARA EL INFIERNO
-Veámosle lo positivo-dijo.-Al menos no fueron elegidos para el Infierno.

Información.
Información, información y más información.
Leyendas, fuego, destrucción. Historias de cómo el mundo había sido. Desastres, guerras, atrocidades.
Era justo.
En realidad lo era.
Zoe pasó el día encerrada en su cuarto, apenas saliendo para demandar comida. Supuso que no tenía sentido encerrarse apenas después de ser liberada, pero aún así lo hizo, lo hizo lo hizo y nadie hubo para negar que lo hizo: sus ojos estuvieron pegados a las letras de sus nuevos libros y su cerebro absorviendo la información de lo que había sido.
Gente cuyas vidas eran todas lo mismo: nacer, vivir, estudiar, graduarse, trabajar, jubilarse, morir.
Gente cuyas guerras no habían terminado, gente que había sufrido quizá tanto como los nuevos y gente que aún así había tenido mucha más felicidad de la que tenía cualquiera que viviera en un lugar distinto a las Tierras de las Sombras.
Y en algún lugar del otro lado del mundo, estaba Fersmoth. Estaba Mallock.
Estaban vivos.
Matando.
Viviendo.
Y nadie estaba haciendo nada para evitarlo.

PRESIDENTA DANIELA AGUIRRE PUBLICA ENTREVISTA A INMIGRANTES
DECISIÓN DE LA ASAMBLEA AÚN PENDIENTE
INMIGRANTES: ¿AYUDARLOS O NO AYUDARLOS?
Todavía.