jueves, 13 de marzo de 2014

Caótica Sinfonía- Capítulo Uno: Histeria.


Me está sosteniendo,
Metamorfoseando
Y forzándome a luchar
A estar eternamente frío dentro
Y soñando que estoy vivo.
Porque lo quiero ahora
Lo quiero ahora
Dame tu corazón y tu alma.
Y no estoy rompiéndome
Estoy escapando
Última oportunidad para perder el control.
Y te quiero ahora
Te quiero ahora
Sentiré mi corazón implosionar
Y estoy escapando
Escapando ahora
Sintiendo mi fe erosionar.
-Hysteria, Muse.

Pasaron muchos años antes que la llave destrozara la jaula en la que vivía Zoe Brook. Años en los que aparentó ser normal, años en los que siguió su vida como si apoyase al Emperador.
Como si no estuviera conspirando en su contra.
Al principio, fue vigilada. Zoe ignoró a los Agentes que la seguían casi imperceptiblemente durante el día a día. Esperando. Esperando a que ella les diera una razón para matarla.
Zoe nunca la dio.
Nunca.
Siguió esperando, planeando, conspirando, hasta que la oportunidad llegó.
El día en que finalmente escapó inició como cualquier otro.
Zoe se levantó, se puso su máscara, su uniforme, y acudió a la Asamblea de ese día. Se reunió con los otros ciudadanos en la plaza, los observó intercambiar quedos y estrictamente formales saludos.
Nadie saludó a Zoe.
Desde el Cambio, Zoe había quedado sola. Y así había seguido, como una loba sin manada. Sola, independiente.
Se paró en el puesto asignado a las chicas huérfanas de dieciséis años y esperó. Como lo había hecho siempre, esperó, calculando. Midiendo su oportunidad.
El Supremo Emperador Mallock avanzó al podio, y la Asamblea comenzó.
-Queridos Ciudadanos, bienvenidos a un nuevo día.-saludó, con una sonrisa seca y fría y calculadora y dominante en su malvado rostro. Tras él estaban parados los Vigilantes, los ojos tras cada cámara de seguridad en las Tierras Blancas, como una deliberada muestra de poder.-Hoy, como saben, es un día muy especial. El aniversario del día en que yo me alcé con el poder y les otorgué una vida a los restos del Apocalipsis. Les otorgué un lugar en el cual vivir: Las Tierras Blancas. Un día histórico como este no debe ser desperdiciado. Como parte de las celebraciones, el trabajo resumirá una hora antes de lo normal y daremos inicio a la Conmemoración.
Zoe podría haber terminado el discurso por simple memoria: era lo mismo cada 11 de noviembre. Siempre lo mismo, siempre.
-“Para recordarles que dependen de mí para vivir en este mundo post-apocalíptico, serán encadenados. Para mostrarles que el poder es algo necesario, atestiguarán como nuestros Agentes los examinan en busca de errores. Para demostrar que la perfección es imperativa, el más mínimo error será castigado.”-arremedó Zoe sin pronunciar nada en realidad, formando las palabras con una mueca burlona.
La mirada de un Agente recayó sobre su amarga sonrisa mientras las palabras de Mallock hacían eco por las calles vacías y pedregosas, entrando y saliendo por los oídos de los ciudadanos. Zoe estaba en medio de la multitud, por tanto, su castigo no llegó en ese momento. Ni después.
En realidad, el castigo fue para Mallock.
Un terrible y brutal golpe a su orgullo en lo que debería haber sido una exhibición deliberada de poder.
En el cuidadamente perfecto reino de Mallock, Zoe Brook era una bomba radiactiva. Radiaba rebeldía, respiraba imperfección. Su espalda lucía incontables marcas de látigo, producidas unas porque su cabello era demasiado largo y otras porque su blanco uniforme ya no era tan blanco.
Ese Día de la Conmemoración, su imperfección fue aterradora. Como siempre, los ciudadanos fueron encadenados a la Plaza mientras grabaciones “reales” sacadas de las partes del mundo que ya no eran civilizadas rugían en sus oídos. Sus ojos estaban vendados, las cadenas los volvían impotentes, y el terror del mundo exterior los dominaba. Si gritaban, eran castigados. Si lloraban, también.
Ese año, Zoe se sentía poderosa y fuerte y finalmente libre. Le daba igual que todavía no hubiese escapado. Se sentía feliz de una manera oscura y casi histérica, y la risa escapó de su boca con un sonido burbujeante que resaltó contra los rugidos de las criaturas en la grabación.
¿Qué sucedía si reías en el Día de la Conmemoración? También eras castigada. El dolor en la espalda de Zoe se sintió morbosamente reconfortante, y cuando la venda de sus ojos fue removida, su mirada brillaba con la histeria de la esperanza, de la loca esperanza que la impulsaba.
No se presentó a la Hoguera, oh no. Ese año no vió cómo los libros encontrados eran quemados, cada diario, cada fotografía, cada muestra de inútil creatividad que los ciudadanos intentaban esconder sin llegar a lograrlo.
Zoe Brook se deslizó entre las masas de gente vestida de blanco y desapareció como un fantasma.

La Muralla era una enorme barrera asquerosamente blanca que encerraba las Tierras Blancas como una cúpula. Era imposible de escalar, imposible de romper, imposible de destruir.
A menos, claro, que tuvieses una llave.
Y Zoe la tenía.
Se sintió tentada a reírse mientras se deslizaba entre las Puertas. La estructura de la Muralla era sencilla: una Puerta que daba a un espacio repleto de trampas, sin cielo abierto, sin gente a la vista, que le daba a quien sea que intentase escapar una esperanza que sería de inmediato aplastada. La Segunda Puerta, si lograbas llegar, era la libertad, y era la Puerta a la que la llave estaba destinada.
La Primera Puerta estaba abierta al público, como una más de las deliberadas demostraciones de poder de Mallock. Zoe la abrió sin necesidad de usar la llave y colocó un escudo de energía a su alrededor. Había robado un arma especialmente para la ocasión, una brillante pistola plateada que estaba ansiosa por utilizar, y que acarició sonriente antes de salir disparada por el Espacio Aparentemente Vacío.
Una ventaja del escudo de energía era que, si eras lo suficientemente rápida, te permitía pasar a través de las trampas antes de siquiera activarlas. Una desventaja, era que cada bala que chocaba contra él le restaba energía al portador, en este caso, Zoe.
Los Agentes apostados en las torres de Vigilancia comenzaron a disparar de inmediato, y Zoe se dio el gusto de responder. Era rápida, muy rápida, y había llegado a la Segunda Puerta con el escudo prácticamente intacto y la llave en mano. Abrió la Puerta, lo que accionó una serie de seguros que fueron rápidamente desbloqueados. Una alarma comenzó a sonar, y gas fue liberado. Zoe se cubrió la nariz y boca con un pedazo de tela, y salió.
No podría recordar todos los detalles de su Gran Escape ni aunque quisiera, pero, antes de siquiera pudiese percatarse, estaba en el medio del gran y desconocido bosque.
Libre.
Era libre.
El bosque era frío y oscuro a su alrededor, y la palabra pasó por la mente de Zoe sin que esta pudiera procesarla. Seguía sola, pero libre.
¿Libre? ¿Libre, en realidad?
El rápido ritmo de su correr fue disminuyendo con el shock de la inesperada libertad a su alcance. Libre, libre, libre. Repitió la palabra en su mente, quiso probar su sabor en la lengua.
-Libre.-respiró, y al sonido jadeante de su voz le siguió una delirante carcajada.-Libre. ¡Libre!
Pronto, esa carcajada se convirtió en un histérico estallido de hilaridad y contento y alivio, y Zoe comenzó a girar y bailar en el bosque.
Había imaginado el gran momento varias veces, pero a la hora de las horas, no fue como lo había esperado.
Fue mejor.
Fue peor.
No tenía nadie con quien compartir su alegría, pero en ese momento no le importó. Los fantasmas de sus seres queridos nunca la dejarían. Rió y rió y rió, escribió la palabra “Mallock” en el suelo con una ramita y escupió en ella, riendo y haciéndole gestos obscenos e insultándole mientras aplastaba el brazalete que la proclamaba como “Ciudadana Número Z01246 de las Tierras Blancas" con la culata de su pistola.
No debería haberse relajado tan pronto.
Debería haber permanecido vigilante.
Pero no lo hizo. Estaba demasiado abrumada por la enormidad de la libertad conseguida.
En medio del campaneante sonido de su propia risa, otra risa destacó. Grave. Ronca. Masculina. Extraña.
La alegría de Zoe se transformó de inmediato en pasado, absorbida por el terror que llegó con la aparición de un hombre con un uniforme negro y una gran pistola colgando de su cadera.
El escudo en su pecho no era el de Mallock, pero eso no supuso ningún alivio.
En el mundo post-apocalíptico que era ahora la Tierra, existían dos Gobernantes. Uno: Mallock. Otro: Fersmoth.
Uno era peor que el otro, lo cual era decir mucho.
Una tonadilla fue lo único que pasó por la mente de Zoe en el medio de su terror helado.
Fersmoth, Fersmoth, vete lejos,
Fersmoth, Fersmoth, de este lugar,
Come niños, come viejos,
Fersmoth, Fersmoth, fuera de acá
De los dos Emperadores, Fersmoth era el sanguinario líder de las Tierras Negras cuya estela de terror llegaba incluso al territorio de su hermano.
El hombre con su escudo en el pecho avanzó, y Zoe fue golpeada con una terrible certeza.
Su libertad había sido un simple préstamo.
Iba a morir.
Pero no iba a morir sola.



1 comentario:

  1. No em gusta muse, pero la escuche para ponerle emoción a la cosa. Con el inicio sentí como si de los juegos del hambre estuvieramos hablando *-*
    Me ecnantó el cap:3

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