jueves, 13 de marzo de 2014

Caótica Sinfonía, Parte Uno, Deja que las Llamas Comiencen.- Prólogo: Sólo Una Chispa.


Parte Uno: Deja que las llamas comiencen.
“Qué pena, todos nosotros
Nos hemos vuelto
Semejantes frágiles y rotas cosas
Un recuerdo permanece
Sólo una pequeña chispa.
Daría todo mi oxígeno
Para permitir que las llamas comiencen
Así que deja que las llamas comiencen.
Oh gloria, uhh, Oh gloria.
Así es como nosotros bailaremos
Cuando ellos traten de vencernos
Esto es lo que será, Oh Gloria.”
-Let The Flames Begin, Paramore.

Prólogo: Sólo una Chispa.

Libertad. Sólo era una palabra. Libertad: Estado o condición en el que no se está sujeto a un poder extraño o autoridad. Era sencillamente una palabra, una que hace cientos de años todo ser humano en la Tierra había dado por sentada.
Libertad.
Sentada en el medio de una sala de hospital y aplastada por el peso de una terrible pérdida-una vez más, una vez más-, Zoe Brook se preguntó si alguna vez podría llegar a probarla.
Había creído que sí, que lo haría, que rompería sus cadenas y escaparía junto a su hermano y cuñada, y que juntos se reirían de las desgracias pasadas y harían lo que quisieran y gritarían y bailarían y serían libres.
Pero eso era pasado. Punto. Otro capítulo. Otra vida. Otro futuro.
Otra esperanza.
Un ridículo sueño, eso era todo lo que había sido. Como el sueño de una mariposa atrapada en un frasco, de lograr quebrar a golpes el cristal y volar libre. Zoe había pasado toda su vida encerrada en un frasco, golpeando y golpeando y golpeando, teniendo la ridícula esperanza de que algún día quebraría el cristal y escaparía.
Una amarga risa escapó de su boca. Había creído que lo lograría, había estado segura de ello. Pero nadie podía engañar al Emperador, y ahora su única familia estaba muerta y Zoe estaba sola.
Completamente, terriblemente, sola.
Su corazón se hinchó de odio una vez más, un odio que había empezado como un odio infantil semejante al que le tenías al monstruo debajo de tu cama y había evolucionado hasta convertirse en algo completamente cierto, terrible y profundo y verdadero, como un fuego rugiendo desde su corazón y quemándola entera.
Como un incendio, inició como una chispa y luego arrasó todo a su paso hasta que todo lo que quedó fueron cenizas.
Zoe era ceniza. Una chica de ceniza con sólo una pequeña chispa agonizante como corazón.
Sus ojos siguieron mirando al blanco vacío que la había rodeado desde la captura de Bram, su hermano. Todo lo que tenía. Todo lo que le quedaba.
Y, hace apenas unas horas, todo lo que ya no tenía.
La terrible imagen imaginaria de su hermano colgando de una horca la asaltó de nuevo, y Zoe la expulsó de su mente con una violenta patada.
No podía llorar.
No mientras él la estaba viendo.
El tiempo pasó como arena deslizándose por sus dedos. Lento, rápido, imperceptible. Zoe no sabía cuánto tiempo llevaba sedada, cuánto tiempo hacía desde la muerte de su hermano, cuánto tiempo desde que lo poco que tenía le fue arrebatado. No sabía nada.
Para ella era una era distinta cuando una señora desconocida llegó y la sacudió fuera de su letargo. Zoe no respondió. Siguió mirando al vacío.
-¡Ven!-exclamó la señora, exasperándose rápidamente.-¡Chica, despierta! ¡Eh!-frustrada, lanzó su mano contra la mejilla de Zoe.
El golpe resonó por la habitación blanca y el dolor explotó como esquirlas quebrándose en el rostro de Zoe. La chica parpadeó, saliendo de su ensimismamiento.
En otra era, la cachetada la hubiese enfurecido. Quizá incluso hubiese respondido al golpe.
Pero no en esta era.
Zoe sólo miró a la mujer, su rostro carente de expresión. Como un papel en blanco, esperando ser devuelto a la vida con el toque de una pluma.
-¿Qué?-preguntó, su voz destrozada y ronca como el sonido de un violín con las cuerdas rotas.
-Vamos. Al orfanato.
Ah. El orfanato. Así que ese era el siguiente paso en la ahora vacía vida de Zoe Brook.
Dejó que la mujer la guiara fuera del hospital, mientras se permitía perderse en el fondo de su muerte. Todo lo que veía eran sombras, todo lo que oía eran gritos, y blanco, mucho blanco, demasiado blanco. En las Tierras Blancas, resultaba imposible escapar al blanco.
Ni siquiera prestó atención a su habitación comunitaria cuando la mujer la dejó en ella. Se sentó en ella. Se hizo un ovillo. Intentó olvidar. No pudo.
Los días siguieron pasando sin ningún incentivo para que Zoe saliese de su mente. Vivía como un títere, movida por las cuerdas del Supremo Emperador, despertándose, comiendo, yendo a clase, trabajando, comiendo una vez más y luego durmiendo.
Hasta esa noche.
La noche que marcaría el fin de Zoe la Títere.
El rostro que la despertó estaba lleno de dolor. Agonía. Como la que Zoe sentía en el corazón cada día que se levantaba. El rostro no era un rostro común. Poseía unos bellos y enormes e inocentes ojos azules, piel blanca y estructura delicada, enmarcada por largos mechones dorados.
Zoe salió de su ensimismamiento casi de inmediato, avivada por el reconocimiento.
El rostro pertenecía a Mailanee. Su cuñada. El gran amor de su hermano. Su cómplice en el crimen de intentar escapar.
Alrededor de ellas, todas las huérfanas de la habitación comunitaria estaban profundamente dormidas. Mailanee estaba vestida con el uniforme reglamentario de las Tierras Blancas-un horrendo traje blanco. La miró con vehemencia, sus ojos nadando en agonía y las vetas plateadas en ellos resaltando como para marcar la ausencia de su alma gemela.
-Zoe.-susurró.-Sígueme.
Ella se levantó sin decir palabra. Mailanee la llevó al baño, que cerró con llave tras cerciorarse de que nadie las veía. Metió la mano al escote de su blusa, de donde sacó una larga tira de cuero de la que colgaba un pendiente.
No cualquier pendiente. Una llave, pequeña y delgada y cristalina y marcada con el escudo de Mallock el Supremo Emperador de las Tierras Blancas.
-Ten.-dijo Mailanee, entregándosela.-Escapa. Cumple el sueño.
Esa noche, Zoe dejó de ser cenizas. La chispa de su corazón creció como un incendio, ardiendo con el clamor del odio y el dolor y la venganza.
Gritando libertad.
Como un caos, un caos que se convertía en una sinfonía de determinación y rebeldía.
Escaparía.
Lo haría.
Y no habría cómo evitarlo.


 Key

1 comentario:

  1. Mooooooooooooooooooooooooriré. Punto. Tú algún día me vas a matar. POR DIOS, ¿DE DONDE DIABLOS SACAS TANTA IMAGINACION? pasame el tipXD. Jajaja. MEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE ENCAAAAAAAAAAAAAAAAAAAANTA calabaza:3.
    Ahorita tengo un sentimiento tan revolucionario después de haber leído esto:').

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