“No mires
Solo déjalos pensar
No hay otro lugar
En el que debas estar.
Y ahora no puedes volver atrás
Porque esta ruta es todo lo que tendrás.
Y es obvio que estás muriendo, muriendo.
Solo la prueba viviente que la cámara está mintiendo.
Y ábrete, porque esta es tú noche.
Así que sonríe.”
-Fences, Paramore.
Lo primero de lo que Zoe fue consciente
fue el blanco. Blanco, blanco y más blanco. ¿Acaso todo había sido un sueño?
¿Acaso nunca había escapado?
Lo segundo que notó fue el olor a
antiséptico. De inmediato se sintió como si volviese a tener diez años, llena
de un asqueroso deja-vú que la absorbía con su enormidad. El terror la llenó,
al igual que un montón de bizarras ideas sobre cómo podía haberse sumido en un
coma tras la muerte de Bram, cómo podría haber imaginado los últimos seis años
de su vida, cómo podría haber despertado una vez más sola en el mundo, cómo…
… cómo podría haber perdido la vista.
Zoe sabía que tenía los ojos abiertos.
Pero no veía nada.
El horror se hinchó como un globo en su
interior mientras los recuerdos de lo que en realidad había sucedido regresaban
a su mente. Zoe no podía tolerar sentir miedo, así que pasó a la siguiente
reacción lógica y razonable.
Furia.
“¡¿ACASO ESE CRETINO ME HA DEJADO CIEGA?!”-rugió, furibunda, en su cabeza. Es que, ¿quién RAYOS se creía que era
para hacerle eso? ¡Nadie tenía el derecho a arrebatarle su vista, mucho menos
él!
Zoe rabió en su mente, soltando
improperios e insultos con la habilidad de un hombre viejo que se pasa la vida
chismeando en la cantina.
¡Había perdido la vista!
¡Había perdido la vista!
¿Qué se suponía que iba a hacer ahora?
Imágenes de ella misma como una vieja
arrugada y amargada apoyada en un bastón en las Tierras Blancas la invadieron,
además de otras imágenes más terribles: el blanco.
Blanco era lo único que podría ver si en
realidad había perdido la vista.
Para su enorme alivio, la mar blanca que
veía frente a ella comenzó a tambalearse y cambiar. Luces de colores explotaron
frente a sus ojos, y por un momento sintió como que caía-antes que el blanco
volviese.
Pero no era una mar.
Eran paredes.
Estaba en un hospital.
Zoe volvió a la conclusión a la que el
pánico la había reducido antes de creer que estaba ciega: ¿habría entrado en
coma y soñado los últimos seis años de su vida?
Pero no.
No podía ser.
Porque una de las paredes era de cristal,
y había dos hombres vestidos de negro tras ella.
Uno: el cretino del ataque.
Otro: un hombre alto e imponente cuyas
anchas espaldas estaban cubiertas por una capa negra, y cuyo largo y asquerosamente
sedoso cabello colgaba ostentosamente como si estuviese hecho de la noche
misma. Una enorme metralleta colgaba de su costado.
Exactamente, ¿a dónde había ido a parar
Zoe?
No tenía ni idea.
Prosiguiendo con su evaluación de la situación,
Zoe luchó por sentarse. Tenía un montón de cables a su alrededor, y una
intravenosa conectada a un punto en el interior de su codo. Se los arrancó de
un jalón, sin darle ni un pensamiento al dolor. Su cuerpo se sentía agarrotado
cuando al fin se paró en medio de los pitidos y chorros medicinados de los
tubos, que dejó caer con descuido al suelo.
Del otro lado, Stan percibió el
movimiento. La chica se había despertado, y los cables y máquinas pitaban a su
alrededor con un irritante estruendo. Su mirada gris ahora lo fulminaba con
todo el esplendor de la consciencia.
Mientras tanto, Fersmoth seguía hablando.
-… ¿Entiendes?
-Mi señor.-por el rostro de Stan se extendió
una sonrisa malévola.-Creo que nuestra fugitiva se ha despertado.
Ay, casi me matas. De verdad pensé que la habías dejado ciegaD: Pero no es así, y sé que ella se saldra con la suya por PFFF Es Zoe, osea HELLO. Jajajajaja.
ResponderEliminarBesos♥
Jajaja amén, es Zoe, pffff, ZOE ME DARÁ UN TIRO SI LA DEJARON CIEGA ASÍ QUE :S
Eliminar-Pao