“Huye, huye, huye,
Cómprate a ti misma otro día
Un viento helado está susurrando secretos en tu oído
Tan bajo que sólo tú puedes escuchar
Corre, corre, corre y escóndete
En donde nadie pueda encontrarte
Altos árboles doblan sus hojas, señalando a dónde ir
Donde todavía estarás completamente sola
No te preocupes, mi querida
Todo se acabará pronto
Estaré esperando aquí por ti.”
-Kingdom Come, The Civil Wars.
Estrellas. Un cielo negro como tinta,
lleno de brillantes puntos de colores. ¿Sería cierto que antes todos esos
puntos eran blancos? Y las nubes del cielo, sus cicatrices, desaparecidas. Árboles
más altos que el castillo, llegando más lejos de donde sus miradas podían
alcanzar. Montañas, y niebla. Mucha niebla.
Zhack se quedó inmovil, asombrado,
mirando con la boca abierta el vasto espacio a su alrededor.
Sólo había visto el cielo en contadas
ocasiones, y en ninguna de ellas le habían permitido prestarle atención. El
castillo había sido su prisión eterna, y sus salidas asuntos formales en los que
pasaba de esa a otra prisión.
El cielo resultaba impresionante, y le
abrumaba todo lo que se había perdido.
Zoe le dio un zape en la cabeza.
-Eh, Zhack. Podrás admirar el cielo
después.
Él la miró con el ceño fruncido, algo
decepcionado. Pero la chica tenía razón: todavía seguían en el perímetro de las
Tierras Negras. Las ruinas de una anciana muralla estaban frente a ellos, y más
atrás, la aun más imponente muralla de las Tierras Negras, hecha del mismo
misterioso material de la pared del castillo. No tenía ventanas, no tenía
puertas, no tenía nada, y parecía fundirse con el cielo mismo.
Un extraño vehículo de color negro
aceleraba hacia ellos, derrapando hasta quedar en frente. Zoe había visto
automóviles antes, pero había algo en este que no cuadraba: tenía ruedas. Las
ruedas eran una herramienta primitiva, y habían sido reemplazadas por placas de
levitación desde incluso antes del Apocalipsis.
Zhack abrió la puerta trasera y se
deslizó adentro, jalando a Zoe tras de sí. El auto se puso en marcha, y el ex
príncipe se asomó entre los asientos antes de que Zoe pudiera acribillar a
Stan-¿quién más podía ser, sino Stan?-a preguntas.
-¿Aprobado?
-Aprobado.- respondió Stan con un gruñido,
acelerando todo lo que pudo.
-¿Porqué?-exigió Zoe, saltando ante la
oportunidad abierta por el silencio.
-¿Porqué qué, niña?
Zoe fulminó a Stan con la mirada, pero lo
ignoró.
-Porqué un auto con ruedas, porqué…-el
vehículo atravesó la muralla, y Zoe hizo una pausa para mirar cómo el ónix
líquido se pegaba a las ventanas, y luego se despegaba-… porqué me ayudaste a
escapar, porqué decidiste escapar-
Stan lanzó el auto por encima de una
bizarra montaña pequeña/duna de tierra que, si la visión no le fallaba, Zoe podría
jurar tenía nieve entremezclada. Las llantas saltaron y el carro golpeó el
suelo con brusquedad.
-Porque no hay calles de levitación aquí,
y de todos modos serían fácilmente rastrables.-gruñó Stan-. Lo demás, no es de
tu incumbencia.
-¿Qué es este lugar?-Zoe saltó a la
siguiente pregunta, demasiado ansiosa por respuestas como para que le
importara.
-Antes, el desierto de Gobi.-respondió
Zhack.-Ahora, las Tierras de Nadie.
-Viviremos en el carro por un largo
tiempo.-anunció Stan-. Acomódense. Vamos a volar.
La camioneta de Stan era gigante, y su
más preciada posesión (más preciada aún que la metralleta). Por más grande que
fuera, sin embargo, estaba llena hasta el tope con objetos para la
supervivencia, de entre los cuales Zoe sacó un poncho, guantes, botas, y un par
de gruesos pantalones. Se los enfundó sin que ni Zhack-profundamente dormido-o
Stan-profundamente enojado-lo notaran, acurrucada en el espacio entre el asiento
trasero (donde Zhack dormía) y la muralla de cosas. Tuvo que anudarse una
bufanda a la cintura, tan flojos le quedaban los pantalones. Sus costillas eran
horrendamente obvias, y el estómago ya ni siquiera tenía la energía para
demandarle comida.
Zoe robó una bolsa de semillas y fruta
deshidratada de la pila y comenzó a comer.
-Hey.-objetó Stan-. No te he permitido
robar mi comida.
-La dejaste a mi alcance.-ella se encogió
de hombros, ignorando la mirada fulminante que su… tío… le enviaba a través del
espejo-. ¿Tienes una navaja?
-¿Para qué quieres una navaja? ¿Para
ponchar las llantas?
-¡DEJA DE SER UN MALDITO IMBÉCIL DE UNA
VEZ Y RESPONDE!-rugió Zoe, furibunda. Estaba a punto de insultarlo un poco más
cuando Zhack la interrumpió, despertándose de un salto.
-¡¿Quién está siendo un maldito imbécil
de una vez?!-exclamó, agitado y medio amodorrado.
-Stan.-Zoe acompañó eso de una mirada
asesina dirigida al susodicho-. ¿Tú tienes una navaja, Zhack?
-¿Huh?-él le entregó una, todavía sin
procesar nada debido al sueño.
-No deberías insultar a quien te liberó,
Zoe Brook.-gruñó Stan.
Sin apartar la mirada, Zoe comenzó a
medir el largo de su pelo-y paró cuando se dio cuenta de que no necesitaba
seguir las estúpidas reglas de apariencia de Mallock nunca más. Hubiera
sonreído si no estuviera enojada.
-Lo haría si el que me liberó no fuera un
completo desgraciado.-respondió con un siseo. Acto seguido, cortó su ondulada
melena de un tajón.
Zhack observó el nuevo look de la chica
con el ceño fruncido.
-¿Porqué hasta debajo de la barbilla? ¿No
es eso demasiado masculino?
Zoe quiso tirarle la navaja, pero se
refrenó.
-Y dejarte el pelo largo, ¿no es
demasiado femenino?
Él se llevó una ofendida mano a su propia
melena, comprobando su tamaño.
-No tengo el pelo tan largo.-refunfuñó,
estirando un rizado mechón hasta que le cubrió los ojos.
-Claro, princesita.-se burló Stan, y Zoe
no pudo evitar reírse a carcajadas.
Su risa era un enorme contraste a los
gritos con los que los tenía acostumbrados, y suavizó el ambiente en un
instante.
ese es un intento de mapa para que se medio ubiquen en cómo está el mundo. está sujeto a cambios porque todavía estoy construyéndolo, el apocalipsis dejó todo destrozado y tengo que reubicarlo.
-pao
ENTONCES ESTABAN EN AFRICAAA?
ResponderEliminarJejejeje, me ha hecho gracia tu mapa, y tus palabras del final, tienes que reconstruir al mundoX'DDDD
Que ambiente, eh. Se ve que explotan bastante rapido...
Besos<3