“Es en principio del final
Deja el trono
La sangre en mis manos cubrió los hoyos
Hemos sido rodeados por ciclos viciosos
El final-¿estamos solos de verdad?
Las cicatrices en tu corazón son tuyas para expiar
Hemos sido rodeados
¡Permíteles cantar, permíteles cantar!
Los escucho llamar desde las puertas
(Déjennos entrar, déjennos entrar)
Los escucho llamar mi nombre
(No me importa)”
-Empire (Let Them Sing), Bring Me The Horizon.
ZOE BROOK NO EXISTE.
ZOE BROOK NO EXISTIÓ.
ZOE BROOK NO EXISTIRÁ.
Palabras de Mallock, ninguna verdad.
ZOE BROOK EXISTE.
ZOE BROOK EXISTIÓ.
ZOE BROOK EXISTIRÁ.
Palabras del pueblo, todas verdad,
ninguna pronunciada o siquiera pensada en voz alta. La desaparición de la chica
no había hecho que nadie se quejara, o que alguien la buscara, y el Emperador
había sido rápido en asegurar que estaba muerta. Zoe Brook nunca había sido
querida especialmente, muy pocos podían asegurar haberla conocido, y de ellos
casi todos estaban muertos.
Como la misma Zoe.
O eso quería hacerles creer el Emperador.
Ezra ParaMount era a sus 80 años la
persona más vieja de las Tierras Blancas, y la única razón por la que seguía
vivo era que todos-incluso el Emperador, la verdadera persona más vieja de las
Tierras (ups, no se supone que se deba decir eso)-atribuían sus pequeños actos
de rebelión a una profunda locura.
Eso, y que era el Sanador con más
experiencia en un barrio pobre de las Tierras Blancas, justo a cinco minutos de
la capital, donde la mayoría de las personas no podían pagar un doctor. No era
que muchas personas en el vasto territorio de Mallock pudieran hacer eso, de
todos modos.
La suerte del viejo ParaMount-o
simplemente Viejo Mount.-estaba a punto de acabar.
Él era plenamente consciente de ello.
-¿Porqué estamos vigilando a un viejo loco,
Comandante?
Sashok echó una irritada mirada a su
subordinado, un chico escuálido que apenas había empezado su entrenamiento
hacía unos días. No tenía idea de porqué Mallock insistía en que los nuevos
fueran los que lo acompañaran, pero ya qué, si quería seguir vivo tenía que
hacer caso al Emperador.
-Regla Número Uno: No preguntes.-gruñó en
voz baja-. Regla Número Dos: Cállate.
El chico se calló como si lo hubieran
cacheteado, y ambos volvieron a su observación del Viejo Mount. La verdad era
que ni Sashok mismo sabía porqué lo estaban vigilando, pero bueno, Mallock era
Mallock y era más viejo que las Tierras Mismas, se excusaba que fuera un
poquito senil-el comandante echó una nerviosa mirada a su alrededor, sintiendo
que el Emperador lo había escuchado de algún modo.
Era sólo paranoia. Concentración.
El Viejo Mount se movía con una agilidad
sorprendente para sus años, su escuálido cuerpo cubierto con la única túnica
café de las Tierras-nadie más era tan viejo para llevarla. Su pelo blanco
llegaba más allá de sus hombros, al igual que su sucia barba, y eso fue lo que
enojó a Sashok al principio-tendría que habérselo rapado hacía meses, ¿cómo
pudo ser que no lo notaron?-hasta que el dispositivo de espionaje en su oreja
le permitió escuchar lo que el viejo estaba cantando.
Fuego fuego viene y va,
Fuego fuego quemará
Rayo y trueno golpearán
Hielo y fuego acabarán
Tiembla la tierra, se agita el mar,
Tiembla que todo se va a acabar
Cuervos y cuervos no rían no más
Tiembla que todo se va a acabar
Ezra ParaMount echó una mirada dura a la
ventana, donde estaba seguro que había alguien. Resollando un poco por el
esfuerzo, utilizó su bastón de madera para ayudarlo a llegar hasta las cortinas
y cerrarlas.
Y es que había una razón y una sola razón
para que la suerte del Viejo Mount se acabara: era la única persona viva en las
Tierras Blancas que había conocido a Zoe Brook.
En la Sala de Vigilancia de las Tierras
Blancas, las pantallas comenzaron a fallar. La estática llenó lo que antes
habían sido calles, casas, ciudades, y Metak el Jefe de Vigilantes comenzó a
teclear en ellas con velocidad antes que el Emperador llegara-pero falló,
puesto que la puerta tras él se abrió en ese preciso momento.
-¿Qué pasa aquí, Metak?-su voz era como
papel en blanco, un susurro de viento mortal, y el corazón de Metak lo ahogaba
con cada fuerte latido.
No logró responder.
Las cámaras enfocaron de nuevo, pero al
lugar equivocado. Todas y cada una de ellas mostraban una sala a oscuras,
dominada por un trono de huesos y suelo cuadriculado negro y rojo.
Y sobre el trono: un hombre con cara de
ardilla, ojos y cabello negros, y un horrible rostro surcado por venas rojas y
el deterioro.
-Hermano.-saludó a Mallock-. Me parece
que tenemos un interés en común.
OH MAYYYYYY GOOOOOOD. Es él:OOOOOOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarJoder, tengo que seguir leyendo*w*