“Muere, muere mi querida
No murmures ni una sola palabra
Sólo cierra tus bonitos ojos
Te veré de nuevo
Te veré en el Infierno
Así que no me llores oh bebé.
Tu futuro está en una caja rectangular
No me llores oh bebé
Lo deberías haber visto venir
No me llores oh bebé
Tenía que saber que estaba en tu poder.”
-Die, Die My Darling, Misfits.
La cara de ardilla de Fersmoth estaba
desfigurada. Líneas rojas, brillantes, pulsantes con sangre atravesaban su
rostro y cuerpo como si de un muñeco de trapo se tratara, uniéndolo como
costuras. Su sonrisa de anticipación era aún más perturbadora mientras el
cazador principal de las Tierras Negras se arrodillaba ante él, sosteniendo un
espejo de marco peludo.
Fersmoth se inclinó sobre su trono de
huesos, el único en la sala de suelo cuadriculado negro y rojo. No entraba ni
un rayo de luz, las ventanas estaban cubiertas con pesadas cortinas negras y
las paredes manchadas con sangre roja y reciente.
Sangre de aquellos cuyo sufrimiento había
mantenido a Fersmoth vivo después de la traición.
La superficie del espejo se ondeaba,
atravesada por un cielo estrellado y sombras. El sonido de patas sobre la arena.
Fuego, y voces. Una camioneta, fragmentos. Rostros.
Stan.
Fersmoth jamás había pensado un nombre
con tanto odio, con tanto desprecio, excepto quizás del de su ex hermano. El
odio a Mallock venía tan natural como respirar, pero a Stan… a Stan no lo había
odiado hasta ese momento.
Cuando quiso ver la luz extinguirse de su
mirada.
Ah, el sufrimiento. Ya lo podía imaginar.
Su nueva y horrorosa versión de la Cara de Ardilla que usualmente traía se
contorsionó en una horrorosa sonrisa que hizo que las rojas costuras sanguíneas
estuvieran a punto de explotar.
Zoe Brook.
Y Zhack.
Algo se rompió en la sala cuando el
Emperador de las Tierras Negras lanzó un cráneo humano sin puntería específica.
Zhack.
Lo había educado para ser un arma.
Los había educado a él y a Stan para ser
armas, títeres, moldeables y sin voluntad.
-Dónde están-dijo en un contenido rugido.
-En algún punto de las Tierras de
Nadie.-dijo el cazador, para su suerte, casi sin tartamudeos.
-¡ENFÓCALOS!
La cámara saltó grácil y silenciosamente.
Se oían crujidos, siseos, pero no palabras completas.
Entonces-una daga.
Filo plateado como una estrella voladora,
crack, púrpura, un grito, y el espejo
se quebró en miles de pedacitos.
Bam.
Las sanguíneas costuras del Emperador se
rompieron, lanzando chorros de sangre a su alrededor. Ofrecía una imagen fúrica
y espeluznante, un monstruo de pálida piel punteada con rojo y psicóticos ojos
negros como la noche más oscura en el infierno, un grito de ira y ladradas órdenes-sirvientes
apresurándose, el cazador escapándose, y diez cuerpos nuevos adornando la horca
personal del Emperador.
Para su disfrute, para su
entretenimiento.
Sufrimiento a la orden, Señor Emperador.
Una pena que los que sufrirían se habían
alejado.
¡Impresionante!
ResponderEliminarEspero que tengas un maravilloso día, saludos.
Pd: Tu blog es adorable, te sigo.❤
OHHH DIOOOOOOOS. TIENES QUE SEGUIR*W*
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