viernes, 16 de enero de 2015

Caótica Sinfonía, Capítulo Treinta y Dos: Nunca Dejaré Esto Ir.


“Tal vez si mi corazón deja de latir
No dolerá tanto como lo hace
Y nunca tendré que responderle
A nadie de nuevo
Por favor no me tomes a mal
Porque nunca dejaré esto ir
Pero no puedo encontrar las palabras para decirle
No quiero estar sola
Pero ahora siento como que no te conozco.”
-Let This Go, Paramore.

Zoe rodó sobre su nueva cama una vez más, sólo para acabar estrellándose de narices contra la mullida alfombra púrpura (como los ojos de Zhack) que cubría el suelo.
-Ugh.-gruñó.
Se suponía que estaba durmiendo, intentando acoplarse al horario mexicano. Pero no podía. No era que no estuviera cansada, porque lo estaba-era un extraño tipo de cansancio. Músculos dormidos, blandos. Ojos agotados. Boca buscando formar un bostezo.
Y muy poco cansancio para lograr dormir.
Demasiadas cosas habían sucedido, y su mente estaba corriendo.
Observó como el cielo se aclaraba por la ventana, notando las diferencias al amanecer en las Tierras. Se habían instalado cómodamente en el edificio de apartamentos donde tanto Bram como la familia de Silah vivían; algunos de ellos-como Chainne, Cydak y Stan-en un apartamento distinto al de ellos. Por alguna razón, Bram había elegido a Zhack para vivir junto a Zoe y él mismo.
Zoe no quería pensar en la razón.
-Emet: leal, incondicional. Así se le llama. Cuando una persona haga que líneas de su color de ojos aparezcan en tus ojos, no la dejes ir. Jamás.
La puerta se abrió, dejando entrar un pequeño resquicio de oscuridad.
-¿Estás despierta?-un susurro.
Zoe se preguntó si debería pretender estar dormida, pero al final se decidió contra ello. No podía seguir huyendo de Zhack para siempre; así que se arrastrró por la alfombra hasta asomar la cabeza enfrente de una de las doradas patas de hierro de su nueva cama.
Bram no era un as de la decoración, pero recordaba sus colores favoritos. Colores en los que Zoe no se había fijado desde su supuesta muerte. Colores completamente ilegales.
-Huh.-una ligerísima sonrisa curvó los labios de Zhack.-¿Porqué estás en el piso?
-Me acostumbré a dormir en él.-dijo ella. Intentando no reírse, añadió:-En realidad me caí de la cama.
Zhack soltó una suave, pequeña risa, aún parado dudoso en el umbral de su puerta.
-¿Zoe Brook, cayéndose de la cama?
-Jaja, claro, ríete. No he tenido camas para caer desde hace mucho. Pasa, que no muerdo.
Él arqueó una burlona ceja.
-Vale, sí muerdo, pero ahorita mismo no estoy de humor.
Observó la ventana de nuevo, ignorando la aceleración nerviosa de su corazón al sentirlo aproximarse. Las cortinas eran coloridas, bordadas con diversas figuras. Flores, pájaros, soles.
-No he logrado dormir nada. Tu hermano está roncando justo al lado de mi cuarto.
Zoe sonrió brillantemente, recordando las noches en las que se dormiría al sonido de los ronquidos de su hermano-una alarma segura, si paraban, había que despertarse-, con alegría por primera vez en años.
Zhack la estaba viendo como si de la nada el sol lo hubiera cegado.
-¿Qué?-preguntó Zoe, de inmediato borrando su sonrisa.
Dejó caer la cabeza contra la alfombra, más cómoda que su cama en las Tierras Blancas. Él simplemente sacudió la cabeza.
-Nada. He estado pensando…
-¿Y ese milagro?
Zhack puso los ojos en blanco.
-Ja. He estado pensando, cosa que hago frecuentemente, que si no me das una oportunidad es por algo. Y ese algo es que no confías en mí.
O que confío en ti demasiado para lo poco que te conozco, pensó Zoe, pero no lo dijo.
-Así que he decidido contarte más sobre mí, para que me conozcas mejor.
-Espera.-Zoe se incorporó, jalando una almohada del también colorido cubrecama que su hermano le había comprado. Colocó el peludo almohadón carmesí sobre la alfombra y apoyó la cabeza en ella.-Ahora sí. Te escucho.
-Um.-Zhack carraspeó, algo nervioso.-Vale. Eh…
-Guau, ahora te conozco mucho mejor que nunca.
Él se rió, una risa larga, relajada, alegre. Zoe sonrió.
-Vale, vale. Uuuh… okay. Nací en las Tierras Negras, en la capital, en el año 42. Era otoño. No sé prácticamente nada sobre mi madre, sólo que si está viva, Fersmoth la mantiene lejos de mi alcance. También sé que tiene ojos similares a los míos, pero sin vetas.
“Desde pequeño, tuve un temperamento corto. Me enojaba con facilidad. A partir de los nueve, cada vez que tocaba a alguien al estar enojado, ese alguien se retorcía de dolor. Fersmoth notó esto y me prestó atención por primera vez en años. No me alegré. Había estado viviendo decentemente con nanas y sin padre, y las pocas veces que había estado con él me habían traumatizado.”
Zhack le dirigió una pequeña sonrisa, como disculpándose. Zoe asintió para instarlo a continuar.
-Cuesta ser un niño cuando tienes al Emperador de las Tierras Negras como padre. Me sumió en el entrenamiento de inmediato. Aprendí a controlar mi habilidad, o intentarlo. Es como un monstruo. Necesita salir, o me destruye. Intenté dejarla de usar, y acabé casi muriendo de una aneurisma.
“No lo volví a intentar. Eso ha sido mi vida: torturar gente, torturarme a mí mismo por ello. Algunas personas murieron antes de decir algo, antes de permitirme parar. Lo detesto. Fersmoth es el que me hizo desarrollar la habilidad, el que la convirtió en un monstruo, el que hizo que no pueda pasar de dos días y tres horas sin utilizarla, aunque sea en mí mismo.”
-¡Espera!-Zoe se incorporó de un salto, horrorizada.-¿Dijiste que la usaste en ti mismo?
-¿No es justo?
Ella presionó los labios.
-Bueno, sí, es justo. Pero de ahora en adelante me tienes a mí para eso, ¿vale?
Él le dirigió una mirada horrorizada.
-¡¿Qué?! No, no voy a-
-Vas a.-dijo Zoe, severa. Se sentó de piernas cruzadas frente a él, sin apartar la vista de la suya.-Ahora, ya que me has contado tu vida, yo te cuento la mía.
Zhack calló sus protestas y escuchó con atención.
-Ahora ya sé mi fecha de nacimiento. Nací en las Tierras Blancas, en un pequeño barrio cerca de la capital. Mmm. No recuerdo mucho de mis padres. Supuestamente, murieron cuando yo tenía tres años, pero resulta que en realidad no murieron. Culpé a Mallock por eso. Bram tenía nueve años, así que acabamos viviendo con una tía lejana. Esa tía murió cuando yo tenía los nueve, así que Bram se encargó de mí desde entonces. Estaba entrenando para ser Vigilante, en otras palabras, robar información para que pudiéramos escapar. Nunca fui capaz de seguir las reglas.
-¿Porqué eso no me sorprende?
Zoe ocultó una risa.
-Calla. Estoy hablando.
-Callo.
-Continuando con mi historia-dijo ella fuertemente.-No podía seguir las reglas y casi siempre Bram tenía que recordarme que me cortara el pelo como corresponde cada mes, por lo que tengo toneladas de cicatrices por tantas razones buenas como estúpidas. Cuando cumplí doce, Bram conoció a Mailanee, la hija de Mallock. Su emet.-Zoe apartó el rostro, sintiéndolo arder.
“Fui feliz. Tenía una familia. Pero por supuesto, todo cayó. Mallock notó a Mai al escaparse para ver a mi hermano. Lo siguiente que sé es que lo han condenado a muerte, tengo un ataque de histeria, golpeo a un Vigilante y me noquean. Cuando despierto, él ya está muerto. O eso me dijeron. Mai me visitó unas noches después, en el orfanatorio, y me dio una llave para que escapara. Tuve que esperar muchos años para eso, pero lo hice. Y eso es todo.”
Zhack abrió la boca para decir algo-y entonces Zoe notó que los ronquidos de su hermano habían parado.

-Por más que esté a favor del emet, Zhack, si pones una mano sobre mi hermana bajo mi techo eres hombre muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario